El lagarto verdinegro: un tesoro deslumbrante.
23/03/2020 | Fauna terrestre
por AQUILA
Muchas son las joyas que podemos encontrar en la Península Ibérica. Su situación periférica, el relativo “aislamiento y diferenciación” del resto de la fauna europea y su extraordinaria riqueza de paisajes, suelos y climas, convierten a este apéndice europeo en un tesoro biológico cuajado de singularidades.
Algunos de estas joyas naturales son tan conocidos como el águila imperial y el lince ibérico. Otras siguen siendo profundamente desconocidas por parte del gran público. Una de ellas es el lagarto verdinegro, un reptil de apreciable tamaño (hasta 40 centímetros de longitud) y habitante endémico de las tierras atlánticas del noroeste ibérico.
Amante de los climas húmedos y frescos y de los bosques, no suele ser habitual que los paseantes recaigan en la deslumbrante belleza de este saurio confiado.
Con la entrada de la primavera los lagartos verdinegros vuelven a la actividad después de pasar los meses fríos protegidos en sus refugios. Los machos no tardarán en lucir azules brillantes en sus cabezas, signo inequívoco de madurez sexual, y en buscar la compañía de una hembra de colores mucho más crípticos y de tramas similares a las luces y sombras que se proyectan entre la vegetación.
Una vez que se han encontrado permanecerán juntos y repetirán las cópulas. Finalmente, y llegados los calores del verano, la hembra buscar un lugar secreto donde esconder su preciada y única puesta.
En la provincia de Salamanca, sus poblaciones parecen limitarse a los bosques más atlánticos del Sistema Central, siendo relativamente frecuente en algunos rincones de la Sierra de Béjar y de Francia.
Si tienes paciencia podrás descubrir a estos bellos lagartos soleándose en alguna piedra o al resguardo de miradas indiscretas entre las retamas y robles bajos de estas sierras.
En tus próximos paseos por esta primavera que espera por nosotros, agudiza la mirada cuando recorras la Dehesa de Candelario, los alrededores de cualquier pueblo de la Sierra de Béjar o te adentres por las callejas que circundan los entornos de pueblos como La Alberca. La testa celeste de los machos les delatará. Permanece quieto y permite que sean ellos los que te descubran su vida secreta. No molestarles será la mejor forma de maravillarte con esta preciada y exclusiva joya ibérica.