24/03/2020 | Fauna terrestre
por AQUILA
En la naturaleza todo y todos somos tan absolutamente indispensables que sería muy difícil poder afirmar cuál es la planta o animal que tiene más trascendencia en la salud y en el buen funcionamiento de esta maquinaría inmensa y asombrosa que es la Vida.
Indudablemente, deberíamos hablar de las plantas, con su impagable labor en la producción vegetal a través del proceso mágico de la fotosíntesis.
También deberíamos hablar del papel crucial de los descomponedores, que transforman la materia orgánica e inorgánica en nutrientes para el conjunto del sistema.
O ¿Cómo no recordar a los indispensables y minúsculos seres, invertebrados, hongos y bacterias, que pacientemente rompen hasta la más dura de las rocas para crear y enriquecer los suelos sobre los que se asienta todo este sistema?
Y si hablamos de animales ¿Qué animales pueden ser más trascendentales y, tristemente, generar mayor rechazo que los modestos y fascinantes insectos? Y, sin embargo, a muy pocos seres vivos debemos tanto. De todos ellos, sin duda, son los polinizadores a los que se pueda considerar como uno de los pilares más firmes sobre los que se asienta este complejo engranaje que es la Vida.
Mucho más allá de las famosas abejas de la miel, existe una incalculable miríada de abejas silvestres, abejorros, avispas, moscas, mariposas y escarabajos que pululan por doquier en busca del dulce y nutritivo néctar y polen de las flores. Con su incansable trasiego diario entre flores, que pueden estar separadas por varios kilómetros de distancia, son los más efectivos de los acarreadores del polen que las fertilizará y que, mágicamente, se materializará en incontables y deliciosos frutos y semillas que, finalmente, serán las futuras plantas que volverán a dar origen a todo lo que llamamos Naturaleza.
Así que mejor no lo olvidemos. Cada vez que veamos volar una abeja, una mosca o una polilla, recordemos que les debemos buena parte de la comida, oxigeno, medicamentos o tejidos que necesitamos cada día de nuestra vida.
En la Naturaleza nada es superfluo ni tan pequeño como no ser indispensable para su correcto funcionamiento.